Rosa McElheny

El documento como forma

El Convenio sobre el Uso del Espacio se redactó entre marzo y mayo de 2015 en Casco, un centro de arte sin ánimo de lucro de Utrecht. El texto es un “instrumento legal para apoyar el valor de uso de la vivienda y el espacio ocupado por encima de la desocupación y la especulación”, desarrollado durante una serie de talleres dirigidos por la artista Adelita Husni-Bey junto a abogados, okupas, personas indocumentadas y sus defensores, académicos, activistas y público en general. El documento se encuentra ahora en una página web, en formato PDF y en un póster de gran formato.

El convenio es un documento parajurídico, lo que significa que toma prestado el lenguaje jurídico y esboza un conjunto de normas acordadas por sus firmantes, pero las afirmaciones que hace no son legales. Aunque no es jurídicamente vinculante, el documento está legitimado por sus firmantes, que incluyen organizaciones, asociaciones, colectivos, casas, sindicatos, individuos y municipios. La creciente comunidad de adherentes ejerce presión política sobre las instituciones existentes para que reconozcan la legalidad del texto, con la esperanza de que el documento pueda ser citado en los tribunales en apoyo de los espacios amenazados de desalojo.

La Convención sobre el Uso del Espacio forma parte de una serie de proyectos artísticos y de diseño recientes que operan en el ámbito de la regulación y el derecho. Estos proyectos adoptan la forma de códigos, protocolos y documentos legales, y van desde lo prototípico, pasando por lo paralegal, hasta lo esotérico. “Document as Form” presenta una colección de estos proyectos, y pretende examinar las oportunidades de trabajar en este nivel de influencia invisible.

Al igual que los demás proyectos incluidos en “Document as Form”, el Convenio sobre el uso del espacio funciona no sólo como un gesto simbólico, reivindicando derechos antes no reconocidos o ignorados, sino también como un código de conducta procesable, reconstruyendo el modo de proceder de los sistemas inmobiliarios y reubicando el poder en manos del usuario. En el caso de este contrato y de otros de la colección, el proyecto creativo reside tanto en el acto de escribir el texto como en su ejecución a lo largo del tiempo. El proyecto se realiza cuando se pone en acción, cuando lo encuentran los usuarios. Más que representar, traducir o materializar los efectos de estos instrumentos legales, los autores participan directamente en su producción para descubrir e influir en cuestiones estructurales de desigualdad, poder y discriminación.

Estos proyectos no pueden detener los sistemas ideológicos arraigados en las leyes que gestionan nuestras vidas. Al participar directamente en la producción de la normativa, sus creadores complican estos sistemas, añaden fricción y escriben un camino a seguir, ofreciendo nuevos modelos para que el arte y el diseño se comprometan con la justicia. ¿Qué sucede, práctica y parabólicamente, cuando los diseñadores consideran el entorno normativo de su trabajo, sus ideologías arraigadas y las relaciones que implica como parte de su teatro de operaciones?

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