El presente trabajo analiza una investigación-acción en ética y diseño realizada desde y con las realidades contextuales de las instituciones para la tercera edad. Es a partir de un trastorno compartido, surgido de las dolorosas experiencias de duelo durante la pandemia de COVID-19, que se inicia una investigación colectiva sobre las modalidades de acompañamiento de esta experiencia y el co-diseño de un sistema de apoyo. El enfoque situado y contextual conduce a un proceso de exploración de las modalidades y cuestiones de codiseño. La colaboración y la participación conducen a una apertura del diseño al mantener una incógnita y la aparición de posibles desviaciones. Desde una perspectiva internalista de la ética, trataremos de mostrar que una práctica de diseño situada y colaborativa no sólo permite identificar las necesidades de una situación y de las partes interesadas, sino también permitir que se produzcan configuraciones mutuas entre las situaciones investigadas y los marcos del proyecto. Primero mostraremos la suspensión de las “rutinas interpretativas” (Sabel, 2012) a través del encuentro de las disciplinas de la ética y el diseño. Luego, la aparición de un compromiso común de los actores en una “investigación colectiva” (Dewey, 1938). Por último, analizaremos los conflictos, malentendidos y distanciamientos que hayan podido surgir, como momentos de apertura del diseño a la improvisación. Esta apertura del proceso a una sucesión de afectos y reordenamientos por parte de todos los actores del proceso contribuye a una concordancia entre el proceso de diseño y su producto: la puesta en marcha de un dispositivo para afrontar la experiencia del duelo.