Experimentar en el espacio público para aprender y enseñar de forma diferente.

La instalación temporal de sillas en un lugar público y la observación de su uso es una buena forma de entender la naturaleza de este espacio, sus usuarios -¿quién las utiliza? ¿Se mueven? ¿Son robados? – y luego actuar sobre su diseño. ¿Y si añadimos más? Tener en cuenta la naturaleza evolutiva de los espacios públicos y sus usuarios, por un lado, y la experimentación como forma alternativa de actuar, por otro, podría ser una oportunidad para repensar el proyecto urbano. Hoy en día, asistimos al reconocimiento gradual de las intervenciones espaciales temporales en el entorno profesional y en la construcción de la ciudad. Pero, ¿cómo podemos trasladar esta forma de actuar a las instituciones académicas?

Para responder a esta pregunta, esta contribución se basa en la observación participante llevada a cabo durante un taller dentro del Máster en Diseño Social de Viena. Durante una semana, estudiantes de diferentes disciplinas exploraron el distrito de Floridsdorf. La tarea consistía en observar y experimentar directamente el espacio público y luego proponer una o varias intervenciones espaciales.

Sin embargo, la formación académica de los alumnos chocaba con la realidad. La falta de sensibilidad de los participantes y su dificultad para entender el espacio dificultaron la experimentación. El taller se modifica y los participantes improvisan momentos de reflexión y convivencia para facilitar el ejercicio y lograr una visión más compleja del espacio público.

Esta contribución propone cuestionar la fricción entre la experimentación y su transmisión dentro de las instituciones académicas. Ilustrará las situaciones particulares de aprendizaje propuestas para aprehender el espacio, pero también la adaptación de los métodos de enseñanza para facilitar la experimentación e ir más allá de los automatismos académicos.